Inicio del viaje
Mi viaje comenzó el día 01 de febrero del 2016, saliendo desde Washington, DC vía Johannesburgo, ZA llegando a Maputo, capital de Mozambique y la ciudad más grande de Mozambique, así como el principal centro financiero, empresarial y comercial del país. Está situada en la orilla occidental de la bahía de Maputo, en el extremo sur del país, cerca de la frontera con Sudáfrica y Suazilandia.
Gracias a Dios que fui recibido en Maputo por el pastor Marcelo y su esposa Luana, misioneros del Brasil. Alabo a Dios porque en Su misericordia no solamente nos hace conocer lo que es la necesidad de la gente local, sino que también nos da la bendición de conocer a aquellos misioneros que renunciando a sus profesiones, familias, lugares de comodidad, están en este sitio tratando de ayudar, tratando de dar amor, tratando de enseñar la Palabra de Dios. Muchos de ellos tienen problemas, puesto que cuando están en este sitio, muchas veces el corazón les invita a volver, ya sea a sus países de origen o las cosas, las comodidades, pero está la necesidad de la gente, el amor que Dios ha puesto por ellos lo que les mueve a quedarse aquí y por sobre todo el llamado de Dios. A ellos, se les encuentra orando a Dios y pidiendo fuerzas para seguir adelante, tienen vidas de muchas privaciones y muchas veces se sienten también desamparados por aquellos que les ofrecieron amistad compañía o sustento.
Seguí viaje a Lichinga, ubicada en la provincia de Niassa a 2335 km al norte del país, y desde allí a Itepela, unas 4 horas desde Lichinga, en un camino en muy mal estado producto de las lluvias llegamos a nuestro lugar de trabajo entre los Yao. Los Yao son cerca de 2 millones de personas distribuidas en tres países: Malaui, Mozambique y Tanzania. Son predominantemente musulmanes y la mayoría vive en condiciones de pobreza, de hecho en algunas aldeas aun practican y conservan sus raíces en el ocultismo. Actualmente son considerados como un pueblo no alcanzado por el Cristianismo.
Me encontré con mis hermanos misioneros que venían desde Chile: Leandro, Elías y Nicolás.
Llegamos a Itepela y encontramos a la misionera que nos invitó, nuestra hermana Catherine que estaba con malaria. Leandro y Nicolás estuvieron ayudando con un problema de electricidad y mientras realizaban el trabajo Leandro se accidentó su pie, es algo leve pero muy molesto. Al parecer todos tenemos los típicos efectos del excesivo calor, y la diferencia de horas (7 horas con USA EST).
Vemos que acá hay muchos niños, les vemos a cada uno de ellos con sus ropas muy destruidas, algunas niñas a temprana edad cargan baldes con agua, poniendo mucho peso en su cabeza.
Estamos trabajando en varias actividades, tanto en relacionarnos con los Yao, tratando de aprender algunas palabras para comunicarnos con ellos, como también en la ayuda en construir una sala para iniciar una escuela.
Orad por nosotros (salud) y por la oportunidad para dar el mensaje, para que en todo Dios sea glorificado.
Itepela
Gracias a Dios por estar en Itepela, aprendiendo de cada uno de los habitantes de este lugar, nos sentimos muy contentos de que Dios nos haya dado esta hermosa oportunidad de venir hasta este lugar.
Muchas enseñanzas nuevas, hemos visto la preocupación de los padres por buscar el alimento, a muchos niños que no tienen qué comer en todo el día, nos damos cuenta de que ellos sufren, pero ninguno lo demuestra, siempre están sonriendo.
Vimos cómo unos niños cocinaban hormigas u otros pasar todo el día tan solo con un mango como comida en todo el día, y muchos de ellos sufriendo con Malaria.
De todo corazón oramos por ellos.
Deseamos muchas bendiciones para Mozambique y que nuestro buen Dios provea para este pueblo Yao, no solamente las necesidades de alimento y sanidad para sus enfermedades, sino también nos sensibilice a nosotros, para hacer mucho más para que llegue a ellos el pan espiritual.
Si nosotros no hacemos nuestra la gran necesidad espiritual que ellos tienen y que existe en el resto del mundo, ¿cómo podremos comer en paz el pan espiritual que hay en abundancia a nuestro alcance? Dios nos mueva a renunciar a la comodidad, bienes materiales, vacaciones, especialmente en los tiempos en que vivimos con tal de que cada persona en el mundo, tenga acceso a una Biblia como también haya alguien que se las explique.
Respecto a privaciones temporales, con el tiempo nos acostumbramos a estar sin ellas, y su falta es fácil de soportar; son de corta duración, llevamos solo 15 días, (la mitad de nuestra misión) y Dios nos ha hecho ver su gloria. Somos extraños en la aldea, amigos de muchos niños que salen temprano de sus casas, para asomarse ante nuestras ventanas esperándonos para compartir con nosotros.
Por las noches salimos en medio de la oscuridad camino a nuestro punto de encuentro en donde Dios ya nos ha dado gran ganancia con aquellos que se han entregado a los pies de Cristo.
Éste es otro mundo, otra realidad muy distinta, en donde las personas realmente necesitan de Cristo, a ellos no les sobra Dios, no desperdician la comida espiritual, no dudan de lo que se les enseña de la palabra de Dios, sino que abrazan de inmediato el consejo divino.
Acá la presión musulmana es muy grande, ellos están en todo, familias, colegios, trabajos, negocios, política, etc. Todo invadido por ellos, como una máquina que avanza desde el norte de África hasta el sur.
Dios nos dé una nueva visión de cómo servirle a Él, involucrándonos mucho mas en lo que todavía falta por hacer.
Dios me había dado la oportunidad de enseñar del sacrificio de Cristo la noche anterior y hablé del pasaje del etíope. El hermano Lisboa quería saber mucho mas de este pasaje de la escritura ya que no entendía. Fue muy hermoso compartir con él y explicar todo lo que el Espíritu Santo me hacía hablar, veía en su rostro expresiones de gozo al saber de quién leía el eunuco y me pareció vivir la experiencia de Felipe.
Hay varios de ellos que han tomado la decisión de bautizarse, pero todavía no sabemos si podremos hacerlo en la madrugada, esto es muy peligroso para ellos, pero esta noche estaremos atentos si es que nos vienen a buscar.
El hermano Lisboa sabe hablar 8 idiomas y anda pegadito con un aparato parecido a un teléfono, es una Biblia solar bien viejita donde está grabada la biblia en Yao. Todo el día pasa estudiando de Jesús, que bendición. Al despedirnos me enseñó varias frases en Yao.
La misión de Dios
Cómo poder resumir estos 20 días de misión en Mozambique, África.
No es fácil estar tranquilos o satisfechos al ver tanta necesidad, y nosotros tan limitados con nuestros recursos. Sabemos que ya hemos llegado hasta este continente y que eso no es nada de fácil, por los requerimientos que hay para obtener visa para este país, Mozambique, y también el dinero que se necesita para llegar hasta este lugar (Dios lo ha provisto gracias a su gran amor y misericordia).
Escribo “nada de satisfechos” porque hubiésemos querido hacer más cosas por los niños, comprar ropa para ellos, comida para los hambrientos y muchas otras cosas más que están cada día frente a nuestros ojos.
Mucha necesidad, cuanto más el hambre espiritual. Hemos sido testigos acá de cómo la gente que ha recibido el evangelio caminan cientos de kilómetros para ir a escuchar, aprender de la palabra de Dios y bajo un clima de persecución, escondidos en la oscuridad, sentados en la tierra húmeda. Muchas veces, con sus ropas raídas y sin comer en todo el día, pero buscando aprender de Dios, muchos de ellos no saben leer ni escribir, mas están con sus oídos atentos para recibir al Cristo glorioso que les amó y dio su vida por ellos.
Al ver sus pies partidos, su escasa ropa y muchos de ellos con fiebre o grandes dolores de cabeza producto de la malaria, sin quejarse y que piden aprender más y más de Dios, pensamos en nuestros países, en lo que Dios nos ha dado en bendiciones espirituales y materiales sin muchas veces valorarlas.
Hemos visto cuadros realmente impactantes, por ejemplo un padre joven con sida, muy delgado y herida su pierna; y mientras recibe una visita de los misioneros le dan la noticia a su joven esposa de que también tiene sida y la advertencia que si ella le sigue dando de mamar a su pequeña niña la contagiará también, pero como dejar de hacerlo ya que si no le da leche a su pequeña hija se moriría también de hambre. No hay ninguna opción de vida para ellos.
Pensamos y decimos: Oh Dios ayúdanos a ayudar.
Al vivir estas experiencias pensamos en tanta gente que tiene tanto dinero, grandes empresas o iglesias o personas que en este mundo no tienen ninguna necesidad, como poder alcanzarlos, tocar sus corazones y mostrarles a ellos a niños cocinando hormigas y solos sin nadie que los ayude, los acompañe, los acaricie, cómo poder sensibilizarlos e invitarles a aportar para el pueblo Yao.
Digo: Oh Dios en qué mundo vivimos, cuando su palabra dice que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, pero ¿Conocemos realmente a ese prójimo que nos habla la Biblia? Oh amado hermano, amada hermana. Si nosotros no cumplimos la labor del buen samaritano y no somos nosotros el que está tirado junto al camino, entonces ¿Cuál es nuestro papel? ¿Eres acaso el Levita, Sacerdote o el asaltador?
Por donde hemos ido encontramos gente junto al camino, tirada, herida, marcada, enferma, hemos querido ayudar pero no tenemos más vendas, ya se nos acabaron las provisiones para ayudar. Si pudiésemos educar a los niños, bañarlos, comprarles zapatos o cuadernos, solo puedo dar globos, al principio se asustan al ver cuando los inflo, pero después nos alejamos viendo como un montón de niños cambia su rostro al jugar con algo tan simple, se olvida el hambre por el momento.
Y ¿qué de la necesidad de material bíblico? Si tan solo pudiésemos comprar audio biblias, (ya que muchos no saben leer) unas radios solares pequeñitas que contienen la biblia completa en portugués y Yao, con una de ellas podemos evangelizar a toda una aldea.
O, tener el suficiente dinero para volver y hacer estudios bíblicos, preparando discípulos para que vayan a predicar aún más lejos.
Señor, ayúdanos.
Pregunté a Mustafá en Itepela, (quien es un hermano antiguo y que trabaja mucho para el Señor) después de que terminamos la reunión, si me recibirían otra vez si yo pudiera venir, y él me dijo: “Tú ya eres parte de esta familia, por tanto debes preguntarte mejor si sería bueno que tú nunca más vinieras a ver a tu familia”. Oh que respuesta, Dios nos ayude a seguir adelante.
Estamos rogando a Dios constantemente por nuestra salud, no quisimos extender mucho la noticia, pero Elías quien estuvo con malaria, vivió momentos muy difíciles, gracias a Dios hoy se hizo el test de nuevo y dio negativo. Ya pasó, por ahora esta gran prueba. Yo también lo he vivido y es el proceso más fuerte que he vivido en mi vida.
Rogamos sus oraciones y espero en Dios podamos seguir compartiendo con Uds. lo que estamos viviendo en África.
Lichinga
Dios nos dio la oportunidad de llegar a Lichinga una vez mas, esta vez estaban todos los misioneros de Itepela y nos quedamos en la base de Jucum.
Nos invitaron a participar de la reunión con los hermanos de ese lugar, el hermano Pedro nos vino a buscar y fue muy hermoso conocer a este grupo de fieles, la reunión se realizó en la casa del Tío Jhon, así le llaman al hermano que está a cargo de ese lugar. Muy hermosa reunión, Dios me dio la oportunidad de predicar y fue muy grato recibir la respuesta inmediata de hermanos nuevos para servir a Cristo. Participé de una reunión especial con los Líderes de ese grupo y me sentí muy honrado de parte del Señor el poder hacerlo, hay muchas maneras de hacer sentir que somos bienvenidos y esta es una de ellas.
Salimos al día siguiente a la escuela de Cecavi, Mitava. Que hermoso fue ver a aquellos niños cada uno de ellos llenos de hermosas sonrisas y un gran entusiasmo por estar en ese lugar. La encargada es Jennifer, una misionera de Estados Unidos que vive en Lichinga y tiene a cargo unos 30 niños, cada uno de ellos vienen de familias con mucha necesidad y también algunos de ellos son huérfanos.
Fuimos invitados a compartir la palabra de Dios con el hermano Antonio, un fiel servidor de Cristo quien está plantando una nueva iglesia en Mitava, fue maravillosa esa noche, nos gozamos con lo que Dios está haciendo en estos hombres de Dios que han tomado la decisión de venir a Cristo. Antonio y su esposa Candida son misioneros hace 2 años a los musulmanes en Mitava. Su misión es predicar allí, formar una iglesia, levantar un lider y partir a otra aldea a predicar el evangelio.
Visitamos a Diniz y Balbina. Diniz es el director de Jucum en Lichinga, gracias a Dios que pudimos conocer su hogar y hablar de las bendiciones de Dios.
Conocí también a Jan, misionero de Sud África, quien me invitó al siguiente día a almorzar con él. Fue muy grato conocerle a él, a su esposa Bonnie y a sus hijos. Llevan varios años trabajando en Mozambique y su deseo es ver también con sus ojos la cosecha de almas salvadas para la gloria de Dios. También conocí a Anika, misionera de Holanda y actualmente ella es la más antigua en esa zona, llegó en el año 1994 y desde entonces trabaja plantando nuevas iglesias en ese lugar.
Nos despedimos de Lichinga en una hermosa reunión en donde todos ellos se unieron para orar por mi viaje a Maputo y a la vez invitarme a volver para ayudarles en el trabajo de la obra de Dios.
Maputo
Estamos en Maputo, llegamos a la casa de Marcelo y Luana. Marcelo es un pastor de Brasil y junto a su esposa están trabajando en plantación de iglesias en Maputo. Nos hemos puesto de acuerdo para ayudarle a construir un techo de estructura metálica para albergar como a 200 niños los cuales están aprendiendo de la palabra de Dios.
Nos ha sido difícil poder concretar todo de la forma que esperábamos ya que el lugar en donde están trabajando es de muy difícil acceso, los fierros son caros, contamos con pocos recursos, hace mucha calor, la electricidad va y vuelve, etc.
Estoy escribiendo al terminar nuestro primer día de trabajo, muy cansado y con mi brazo izquierdo un poco afectado por la soldadura y también con un poco de insolación. También hemos conocido a Tony y Mariana, un matrimonio de brasileros quienes están ayudando a Marcelo en su ministerio.
Todos hemos tenido hermosos días de bendición alabando y bendiciendo a nuestro Dios por la gran oportunidad de servir juntos a nuestros hermanos en Maputo. Qué hermosa convivencia aún sin conocernos pero unidos con el mismo propósito. Dios mostrando lo glorioso que es trabajar juntos y en armonía, con el mismo corazón. Salíamos tan tristes de Itepela y de Lichinga, porque dejábamos a nuestros hermanos y con quienes nos unimos tanto, pero al llegar a Maputo había muchos más por conocer y con ellos ha sucedido lo mismo.
Y ahora ¿Qué debemos hacer? ¿Por qué Dios nos permitió conocer esta gran necesidad? Son preguntas que me hago, mi deseo es hacer mucho mas, por cada uno de los que quedaron en mi memoria y que solo buscan la forma de avanzar proclamando el mensaje del evangelio, pero aún ellos mismos muy limitados, viviendo cada día con diferentes enfermedades, hambre, dificultades, persecuciones, pero tratando de que aquello no impida que otros conozcan de Dios. Los Yao eran un pueblo no alcanzado, puedo decir ahora Dios está preparando un hermoso remanente de hombres y mujeres que le alaban en espíritu y en verdad.
Alabamos a Dios por ello y agradecemos a Messiah Missions, quien junto a otros hermanos hicieron posible nuestro viaje a Mozambique.
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén. Romanos 11:36
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Azante
Pastor David Fuentes
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MAR
2016